El final de la infancia y el comienzo de la adolescencia, de la vida adulta, puede puntuarse de muchas formas. Normalmente, en las vidas normales, ese salto es apenas percibido por los sujetos. Es un descubrimiento que se hace a posteriori, de tan sutiles e imperceptibles que suelen ser los cambios. Cuando uno se da cuenta, la infancia ha pasado. Otro despiste más, y es la juventud la que se esfuma.
En cambio, Ammaniti deja para el final de la infancia, ese reino de lo estable, una traca inverosímil. No tengo miedo es la historia de un verano y un grupo de amigos. Y de entre ellos, la historia de Michele y un secreto demasiado grande, que afecta a su vida de niño curioso, pero también a su percepción de los adultos que le rodean, incluida su familia.
De los juegos en bicicleta por las colinas devastadas por el calor de la Italia meridional, a los miedos aterradores de la noche en la habitación de siempre: y todo por el descubrimiento fatal realizado un día cualquiera de aventuras. La hora de la aventura final, marca el comienzo de la vida futura.
No tengo miedo se lee, al menos yo lo he leído, como un libro de aventuras. Una historia de niños entrometidos. En otro plano, siempre presente pero de alguna manera impenetrable, en otra esfera, está el mundo de los mayores, con sus graves problemas. La novela corre paralela a estos dos mundos hasta que, de pronto, una línea secante los atraviesa. Justo entonces se desencadena la agonía de la infancia, y el plano se va a negro.
Título: No tengo miedo
Autor: Niccolò Ammaniti
Editorial: Anagrama
Año de edición: 2013
Tipo de edición: papel
PVP: 8,90 euros
Nacho Segurado
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