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lunes, 11 de mayo de 2015

Santiago Castellanos: "Hemos pasado de la lista de los reyes godos al desconocimiento total sobre ellos"




Santiago Castellanos es otro autor de novela histórica que se ha colado, sin hacer todavía mucho ruido mediático, en las estanterías de muchos aficionados a la novela histórica de este país. Doctor en Historia y con una larga e internacional trayectoria académica, Castellanos vuelve a la novela histórica, tras el éxito de Martyrium (Ediciones B), con Barbarus (Ediciones B, 2015) una novela con la que este escritor quiere borrar algunos mitos sobre la época de la caída del imperio romano. Con mucho humor y derrochando conocimientos, este historiador y novelista ha respondido a las preguntas de Best Seller Español.

Después del éxito de Martyrium, ¿no ha sentido un cierto vértigo a la hora de lanzarse a escribir Barbarus?

Desde luego. La acogida de Martyrium ha sido sorprendente, y eso supone que hay una audiencia, un público, que espera que des lo mejor de ti. Has elegido muy bien la palabra. Es vértigo lo que uno siente cuando sabe que hay miles de lectores esperándote. Al mismo tiempo, supone una energía añadida, que viene dada por la ilusión que todo esto supone. Podríamos añadir, pues, ilusión. Vértigo e ilusión. Eso es lo que siento.

¿Cuesta más escribir (y lograr publicar) una primera novela o la segunda?

Voy a ser muy sincero. Podría decir que la segunda cuesta más. Sin embargo, Martyrium fue una experiencia apasionante pero muy dura, era mi primera novela y durante su preparación aprendí muchas cosas, que ahora tengo más asumidas. Me refiero a técnicas, recursos, la articulación de la trama, el diseño de los personajes… La primera novela siempre es una presentación, la segunda es un desafío. Puedes enganchar al público de Martyrium y a miles de nuevos lectores o, al revés, aburrir y naufragar. Espero que no ocurra eso.

Hace unos meses, charlando con una persona muy vinculada a un concurso de novela histórica, me decía que, por los manuscritos enviados últimamente, parecía que las novelas de romanos, sobre todo en las épocas más conocidas, estaban de moda… Sin embargo, en tu caso, parece que buscas alejarte de los momentos de mayor gloria y te acercas más hacia la época de decadencia y caída. ¿Hay más ‘chicha’ dramática en esas épocas? ¿Es Santiago Castellanos un autor de peplum crepuscular? (y perdona el mal chiste).

Ja, ja, ja. Espero que te refieras con “crepuscular” al peplum, no al autor, jaja. Es broma. Qué duda cabe que, siendo yo profesor universitario de Historia Antigua, y dedicándome científicamente a la Roma tardía y a la Europa de los siglos IV a VII, mi tendencia natural es a abordar esos momentos. La Roma altoimperial, es decir, el imperio romano entre los siglos I a III, es más conocida por el público. Estoy de acuerdo. Suelo decir en clase a mis alumnos que si salimos a la calle con un micrófono y preguntamos por emperadores romanos, casi nadie dirá Valentiniano o Teodosio, y la gran mayoría dirá Nerón, Calígula… Fuentes como Tácito o Suetonio han dado detalles extraordinarios de la política del siglo I, por ejemplo. Y, sin embargo, cuestiones tales como el triunfo del cristianismo o el surgimiento de un nuevo mapa en Europa en el que aparecen términos como Anglia (la futura Inglaterra), Spania (lo que había sido Hispania), Francia (la antigua Gallia), se van forjando a finales de la Antigüedad, ese período que das en llamar crepuscular. Hay una especie de motor de grandes cambios, sin los cuales no entenderíamos el mundo medieval y la Europa posterior. Es apasionante.  Sí, hay grandes posibilidades para un autor de novela histórica.

¿No resulta arriesgado lanzar al lector a una época que es menos conocida y quizá por ello le resulte menos atractiva?

Sí, por el motivo que acabo de decirte. Sin embargo, cuando a ese lector le explicas, en entrevistas tan estupendas como la que me haces ahora mismo, que buena parte de los fundamentos de la Europa posterior se articularon entre los siglos IV y VII, empieza a interesarse. Elementos tales como el paso de un mundo politeísta a una hegemonía de una de las variantes del cristianismo, o la inmigración a gran escala, o la corrupción, la relación entre el gasto público y la crisis política, son argumentos de mucho peso como para no asomarse a esta época.

En esta historia pareces decidido a eliminar ciertos mitos sobre los bárbaros y el papel del cristianismo en la decadencia del imperio romano…

Como bien dices, el mundo de los bárbaros es heredero de los tópicos (de tópoi, en griego) que los griegos tejieron sobre ellos. Empezando por la propia palabra, que definía a quienes hablaban lenguas del Norte que ellos, los griegos, no comprendían, y les sonaban algo así como “bar, bar, bar, bar”, de ahí la palabra, que luego pasó al latín como barbarus, que es el título de la novela. En el estado actual de los conocimientos científicos, sabemos que los bárbaros eran grupos muy heterogéneos, que su identidad era flexible y cambiante, que comerciaban con Roma desde siempre, y que en ningún caso existió algo así como un gran programa para destruir el imperio romano. Es más, en casos como el de Alarico, que cierra la novela con el saqueo de Roma de agosto de 410, procuraban instalarse en los puestos de mando del Imperio. Algo que, por otro lado, era ya frecuente. No, el Imperio no “murió asesinado”, como pretendía hace mucho tiempo Piganiol. El final de Roma fue un proceso histórico multicausal. Los bárbaros fueron un agente de ese proceso y de sus transformaciones. Espero que el lector disfrute con ello en la novela.

¿La relación de las religiones con el poder es siempre intrínseca a ellas o simplemente es un uso interesado de la espiritualidad y las creencias de la gente?

Hay un poco de todo. En la época romana tardía, se apostó desde el poder imperial por el cristianismo. Sucede que el cristianismo no era una religión única. Esto puede sorprender al público actual. Había, por decirlo coloquialmente, “muchos cristianismos”, distintas maneras de interpretar lo que Jesús habría (y hablo en condicional) dicho. La fijación textual del mensaje cristiano a partir de Pablo y los evangelistas fue susceptible de múltiples interpretaciones, y cuando el Imperio apostó por los cristianos, con Constantino, como conté en Martyrium, se encontró con que aquello era, en cierto modo, una jaula de grillos. Muchos líderes, diversas interpretaciones, enfrentamientos, rivalidades… En la época de Barbarus, entre finales del IV y comienzos del V, el imperio ya ha decidido ser oficialmente católico, y empieza a presionar, con la ley en la mano y toda su fuerza coercitiva, a grupos como los paganos, los judíos, y, atención, a esos otros cristianismos a los que antes me refería… Empezará entonces a hablarse de “herejías”, palabra que derivaba de la idea griega de “desviación”. ¿Ves por qué decía que es ahora, a finales de la Antigüedad y comienzos de la Alta Edad Media, cuando surgen muchos temas que son muy bien conocidos por el público?

¿Qué supuso el saqueo de Roma por parte de los godos?

Frente a lo que pueda parecer, desde el punto de vista material no fue una catástrofe. Otra cosa es desde la perspectiva psicológica y política. Roma, su capital, no había sido invadida por extranjeros desde el saqueo de los galos de comienzos del siglo IV a. C., hacía casi 800 años. Suelo decir para explicar esto al gran público que el saqueo de 410, con el que se cierra la novela, fue algo así como el 11-S para los Estados Unidos de América, en lo que supone de sentimiento de invulnerabilidad de la potencia en su cogollo, en su núcleo simbólico. Con todas las cautelas, puesto que soy historiador profesional, y en el mundo académico hacemos bien en ser prudentes. Pero es un símil que funciona para comprender el impacto, el shock, que aquello supuso. Al Imperio occidental aún le restaban unas décadas de existencia, pero el saqueo de Roma fue, sin duda, un gran golpe en la intelectualidad y la política romanas.

La disgregación del imperio Romano, ¿tiene paralelismos con la época actual? Cambios de los valores sociales, inmigración, instituciones corruptas…

Por mi profesión como académico, como profesor y científico universitario, soy prudente por convencimiento. Comparar temas en tiempos muy distintos es peligroso. No obstante, como reflexión, es útil porque permite vislumbrar algunos elementos. En la novela, en Barbarus, aparecen temas tales como la corrupción, la presión fiscal, la inmigración a gran escala, los comportamientos inhumanos con los inmigrantes, las dificultades de los recién llegados para aclimatarse, el choque de culturas, los problemas de algunas minorías… Nos es fácil ponernos en la piel de los personajes. ¿Le suena, verdad?

Y tanto. Pero hablando de cosas que no suenan tanto, en España, los godos han sido siempre un parte importante de nuestra historia que, en épocas pasadas, fue también utilizada políticamente… Sin embargo, en estos momentos, ¿no cree que hay un amplio desconocimiento sobre el paso e influencia de los pueblos germanos por la península? ¿A qué cree que se puede deber? ¿Será que no ha sabido ‘venderse’ esta historia y resulta oscura y sin atractivo para gran parte de la población?

Totalmente de acuerdo. Hemos pasado de la lista de los reyes godos al desconocimiento total. Se usó y abusó de esa “España goda”, y ahora pagamos las consecuencias. Mi ilusión es ser capaz de transmitir esos siglos presuntamente oscuros a un gran público, y, gracias a Ediciones B, en eso estoy, y espero seguir estando, si el público y mi editorial así lo quieren.

¿Cómo se llevan el Santiago Castellanos novelista con su alter ego historiador?

Es complicado. Como bien dices, precisamente mi profesión me obliga, y lo hago con convencimiento absoluto, a no vulnerar lo que podemos llamar la lógica de la Historia. Por supuesto, en una novela histórica hay ficción, personajes, tramas, pero creo que nunca han de ir contra el sentido, la lógica de la Historia. Y en eso estamos.

Como profesor de Historia, si un alumno le caza un gazapo histórico en una de sus novelas…

Chssssss, calla, calla, siguiente pregunta.

En tus novelas, tienes únicamente una intención literaria o también divulgativa. ¿Hace falta despertar el apetito por la historia en el gran público? ¿Cree que ese deseo existe?

El deseo existe. Y lo que tenemos que hacer es ofrecer, si me permites la expresión, un buen producto, un libro en este caso, que sea riguroso, pero que al mismo tiempo sea entretenido, que se lea con agilidad. Que no asuste, sino que apetezca. Los temas tratados en Barbarus, estoy convencido, apetecen. La crisis de Roma, la inmigración, los conflictos entre grupos, la agonía de un imperio, el triunfo del cristianismo, la lucha por el poder, todo eso interesa. Porque nos recuerda a cosas que suceden, con parámetros muy diferentes, por supuesto, en nuestros días. Lo que hay que hacer es fomentar ese apetito, como bien dices, con buenos libros, con charlas, conferencias, entrevistas. La Historia está en nosotros. Y nosotros en ella.

¿Cómo concibes la novela histórica? ¿Qué elementos debe tener una novela histórica que tú como escritor desees realizar o como lector leer?

Como te decía antes, mi caso es un tanto peculiar. Soy profesor de Universidad, de Historia además, y por lo tanto para mí es un riesgo el mundo de la novela histórica. Pero es también un desafío, y sobre todo, una ilusión. Permite llegar a miles de lectores, explicar a muchísima gente procesos históricos trascendentales sin los cuales no se entendería el mundo de hoy.  Sin embargo, la ficción es ficción. Dago y Eldes, los protagonistas de Barbarus, no existieron, pero en su historia personal vamos a ir pasando por momentos que sí sucedieron. Es como entrar en el túnel del tiempo acompañado de estos personajes.

Para terminar, recomienda esa novela histórica que consideras imprescindible.

Hay tantas… Juliano el Apóstata, de Gore Vidal, o Yo Claudio, de Graves, son verdaderos clásicos. El médico, de Gordon, en un tono distinto y menos denso, es una estupenda novela histórica. En España se hace ahora muy buena novela histórica, Santiago Posteguillo es un número uno y un gran maestro. Autores como Sebastián Roa, por ejemplo, cuya novela El ejército de Dios, también en Ediciones B, estoy leyendo ahora mismo y me parece apasionante, son referentes absolutos.

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