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lunes, 18 de mayo de 2015

Luis García Jambrina: "Somos demasiado estirados como para concederle un gran mérito a lo que nos hace reír"

 © Marga Becedas

Luis García Jambrina (Zamora, 1960), tras repetidos éxitos en la novela histórica, da un giro hacia el presente y el humor con Bienvenida Frau Merkel (Salto de Página, 2015). Emulando y homenajeando a Berlanga, mezclando dos temas que conoce a la perfección (el cine y la literatura), García Jambrina tira de humor y sátira para hablarnos del mundo en que vivimos...

Con las librerías saturadas de libros escritos por políticos y sesudos tratados de economía que buscan arreglar la crisis, va y lanzas una novela llena de humor y sátira sobre este berenjenal en el que nos han o nos hemos metido. ¿Le parece bonito?

Me parece bonito, justo, necesario y saludable. El humor, la ironía, la sátira es la única salida que nos queda en una situación como esta. Después del duelo y el sufrimiento, tiene que haber un momento para la risa liberadora. La risa es la auténtica medicina natural, y no solo para la mente, sino también para el cuerpo.  

¿Es el humor la única forma de sobrellevar la crisis y los problemas sociales que tenemos delante?

Yo creo que sí. El humor es la única manera de enfrentarse a una realidad tan esperpéntica, disparatada, tremenda, dura y difícil como la que hemos vivido estos últimos años, y lo que todavía colea. Y más teniendo en cuenta que en España parece que no aprendemos nunca y repetimos los mismos errores y horrores una y otra vez, como en un eterno retorno. Ante eso no cabe más que la sátira, la ironía y el humor.

¿Por qué, siendo la sátira y el humor, géneros ampliamente cultivados en nuestra tradición literaria, actualmente parece que se han dejado de lado, cuando todo parecería indicar que son momentos muy propicios para este género?

Esa misma pregunta me la he hecho yo muchas veces en los últimos años. En cuanto a las causas, creo que está la falta de prestigio y de valoración de la literatura de humor en España. Somos demasiado estirados como para concederle un gran mérito a lo que nos hace reír. O, a lo mejor, es que nos hemos vuelto muy timoratos. De ahí que haya ahora tan pocos cultivadores en el terreno literario. Por otro lado, hay que reconocer que hacer reír y mantener el tono humorístico a lo largo de toda una novela es muy complicado. De alguna manera, yo he escrito esa novela que llevaba algún tiempo deseando leer, y, como veía que nadie la escribía, me decidí a hacerlo yo. En primera instancia, la escribí, pues, para mí. Luego, durante la escritura, me divertí tanto que pensé que, a lo mejor, podría serle útil y divertida también a los demás. Y en esas andamos.

A la hora de escribir Bienvenida, Frau Merkel, ¿qué pesaba más, la idea de llevar ideas o reflexiones a sus lectores o la del desahogo ciudadano propio?

Esta novela nace de un descontento, un desconcierto y una cierta indignación, a los que yo he tratado de dar salida de una manera civilizada, haciendo algo útil y creativo, sublimando todas esas emociones. Yo creo que la risa tiene una importante función catártica y terapéutica. Por eso llega un momento en que necesitamos reírnos de lo que nos pasa, de nuestros políticos, de nuestras creencias y, sobre todo, de nosotros mismos. Con el humor, además se pueden decir cosas que de otra forma no serían admisibles.

Como escritor, ¿siempre debe existir una finalidad social o la lúdica también bastaría?

La lúdica en sí misma ya es una buena e importante finalidad. Y, en este caso, ya sería bastante con hacer reír al lector a lo largo de sus páginas, pues, como hemos visto, tampoco hay muchas novelas de humor que digamos. Pero inevitablemente uno tiende a ir un poco más allá, a trascender un poco la anécdota, y ahí es donde pueden entrar otras finalidades, como la crítica o la denuncia social. En este sentido, he pretendido hacer también una parábola crítica de la España actual y una radiografía de eso que podríamos llamar lo español, nuestros mitos, ritos, creencias, costumbres…, en contraste con lo alemán. De modo que, además de provocar la risa, quiero dejar también un cierto poso en el lector.

Tras tres novelas de género histórico y de éxito, ¿por qué decides escribir esta obra tan diferente?

Por varias razones. Por un lado, la escribí para desengrasar y desintoxicarme de la novela histórica. La escritura de una novela histórica resulta agotadora, debido sobre todo a la documentación, que luego tienes que saber dosificar, y al proceso de corrección, en el que debes atender muchos factores. Por otra parte, tenía ganas de hacer algo sobre la actualidad, o lo que yo llamo “la eterna actualidad española”. Y, para ello, lo más adecuado era hacer una sátira y una novela de humor. De modo que fue algo natural y espontáneo. Después de ver por enésima vez Bienvenido, Mister Marshall se me ocurrió hacerlo en clave berlanguiana, inspirándome directamente en esa maravillosa película que todo el mundo conoce. De alguna manera, fue como volver al espíritu de mis cuentos, aquellos que publiqué antes de mi primera novela. En ellos descubrí que me encontraba muy cómodo en el registro humorístico. No obstante, quiero decir que escribir una novela de humor es algo muy complicado, pues tienes que mantener el tono a la largo de muchas páginas.

¿Al homenajear tan explícitamente a Berlanga y hacer ese juego tan metaliterario con la célebre película de Bienvenido Mister Marshall, podemos damos por cierto que a la narrativa audiovisual ya no se la puede separar de la literatura? Tu camino literario parece seguir ese camino, Rojas, Cervantes y Berlanga…

Yo soy de los que creen que existe una gran continuidad entre la literatura y el cine; de hecho, doy un curso en la Universidad en el que intento demostrar esa hipótesis. De tal manera que podría decirse que el cine es una manera de hacer literatura con otros medios. En mi novela, hago un homenaje a Bienvenido, Mister Marshall y en general al cine de Berlanga, que yo inserto en la gran tradición del humor español. Por otra parte, mi libro está lleno de guiños y alusiones al cine, en los diálogos y a la hora de definir a algunos personajes. Pero esto no es algo totalmente nuevo, ya estaba en mis anteriores novelas. De modo que para mí el cine forma parte, en cierto sentido, de la literatura. Y mi escritura, desde luego, le debe mucho al cine.

En estos tiempos de autoedición digital y puesta en duda del papel de las editoriales, creo que publicar en varias editoriales según el título que publiques, como parece que has hecho, dice algo sobre la necesidad de los editores. ¿Es así o fue simple necesidad?

Los editores son importantes, pues, en principio, son los mediadores entre el autor y los lectores y los que hacen que nuestros textos aparezcan en las mejores condiciones, aunque no siempre sea así. Yo creo que cada novela tiene que publicarse en la editorial adecuada, según los intereses e intenciones del autor. Yo publiqué mis primeros libros en Alfaguara porque no quería que, de entrada, me encasillaran dentro de la novela histórica. Luego eso dejó de preocuparme y cambié de editorial. En cuanto a Bienvenida, Frau Merkel, necesitaba un editor que fuera cómplice de una novela tan singular como esta, y así ha sido. Y es que los editores y los sellos son importantes a la hora de dar a conocer un libro. A veces ocurre que son ellos los que te eligen a ti, porque piensan que puede haber buena sintonía. Sea como fuere, es muy importante acertar.

La crisis que vive el mundo de la cultura y del libro, en particular, ¿está relacionada con la crisis general que vivimos o es resultado de problemas más concretos del sector?

Es una crisis que tiene sus particularidades, pero obviamente está relacionada con la crisis general, que no es solo una crisis económica, sino también política, social, moral, y, por lo tanto, también cultural y literaria. Yo creo que estamos ante un cambio de modelo, de paradigma, causado sobre todo por las nuevas tecnologías, y eso va a implicar, entre otras cosas, una gran transformación del mundo cultural y editorial. En la industria del libro, la crisis tiene que ver, desde luego, con la crisis económica, pero, en este caso, agravada por la aparición de los nuevos soportes digitales.

¿Volverás a escribir sátira o regresarás a la novela histórica? ¿Tienes más proyectos en mente?

Tengo ya una nueva novela histórica en el telar, más compleja y ambiciosa que las anteriores, que espero llegue a buen puerto en todos los sentidos. Y también tengo en mente una nueva sátira futurista centrada en un aspecto muy delicado y dramático de nuestra sociedad.

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