¿Ha leído 'Sumisión'? ¿Qué le parece?
Sí, la he leído y me ha gustado. Michel Houellebecq es un escritor que me gusta mucho y lo respeto muchísimo. Pero su libro está escrito desde otra perspectiva. Sumisión es más como una gran pesadilla. Visualiza sus miedos y usa la literatura para exponerlos. Yo, en cambio, uso la literatura para otro medio, para provocar pensamientos. Yo no visualizo una pesadilla, sino el resultado de toda una dinámica de Europa. Mi novela es menos negra, y quizá más thriller y menos ensayo. Atrapa más.
¿Hay más diferencias entre su novela y la de Houellebecq?
Hay otra fundamental, el rol de la mujer. En Houellebecq ese rol es siempre el mismo, hasta una cierta cosificación. En cambio en París 2041 el papel de la mujer es mucho más activo. De hecho, algunos quiebros de la historia solo son posibles gracias al rol activista de la mujer, incluso a un alto precio. Incluso la mujer como heroina, como salvadora.
Su libro, además, es mucho más optimista, pese a tratarte de una distopía…
Mi idea era un libro optimista, de cómo Europa puede salir de donde ha llegado. Presentar un futuro negro y resolverlo.
¿Por qué Francia y por qué esa fecha precisamente para su novela?
Buscar una fecha para una distopía es difícil. Si uno se aleja mucho queda obligado a hacer ciencia ficción pura; y si te acercas mucho, quedas limitado como autor a la realidad. Si faltan dos ciclos electorales [en esa temporalidad se inscribe la novela de Houellebecq] no puedes inventarte ya demasiado. Me hacía falta una fecha intermedia. Y además iba muy bien la fecha con la repetición de la Segunda Guerra Mundial y el año 41.
Por un lado está la repetición de la historia y por el otro el conocernos mejor. Si miras los dos mil últimos años de historia europea se ve que la democracia es una excepción. No hay cultura democrática en Europa, es muy breve. La religión es más amistad que otra cosa. Y quería hacer un ciclo. Como hay una vuelta a esa Europa fascista, también hay una vuelta a los valores religiosos.
En su novela se mezclan hechos que no han sucedido y cierta cotidianidad que sí no es ya familiar, como los drones. ¿Por qué esa mezcla?
No quería que la gente pensara que 2041 es el futuro como si viviésemos en Marte. Es a la vuelta de la esquina. Y quería que cosas de hoy estuvieran en la obra para hacer de hilo conductor.
Ha escrito una distopía pero, en el fondo, también una crítica de nuestro presente…
Por su puesto, de ahí en parte todos los guiños a Orwell, cuya obra a veces es distópica, pero también crítica con el presente que le tocó vivir. Mi admiración por él es inmensa. Primero como periodista, por su honestidad. Además está la función en entretener y movilizar, que él tan bien hacía y que yo trato de hacer. Por eso mi novela es, creo, entretenida, y también movilizadora, en el sentido de advertencia.
¿Qué diferencia hay entre esa nueva Resistencia que sale en su libro y la Resistencia francesa real de los años cuarenta del pasado siglo?
La diferencia es que Francia en la Segunda Guerra Mundial tuvo un papel mixto, en el sentido de que A Francia le salvan los ingleses, los americanos y los rusos. En mi novela hay la idea de que los protagonistas, que son franceses, quieren liberar por su propia iniciativa al país. Mi propósito era dar una oportunidad a Francia para reivindicarse por sí misma.
¿Cómo cree que leerán los franceses 'París 2041'?
Durante el proceso de creación de este libro, dos franceses han leído este libro. Y anularon un capítulo entero en el que revisaba el rol de Francia en la Segunda Guerra Mundial porque desviaba mucho el tema. Yo creo que el francés, en general, lo va a recibir bien; al francés que vota a Le Pen le molestará. Pero a mí no me importa que le moleste.
Nacho Segurado
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