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martes, 5 de mayo de 2015

David B. Gil: "Incluso las editoriales comienzan a darse cuenta de que determinados géneros ya no son patrimonio de autores extranjeros"

Hoy os traemos a esta bitácora a David B. Gil, un escritor 'indie', que ha cautivado a propios y extraños con su primera novela El guerrero a la sombra del cerezo. Tanto que, además del éxito, le ha propiciado un premio (el Hislibris a mejor autor novel) y una próxima novela que aparecerá en un gran sello editorial. Una prueba más de que, lejos de etiquetas, los escritores que lo merecen acaban encontrando su camino. Aunque sea con una novela histórica ambientada en el Japón del siglo XVIII...

Lo primero, ¡Enhorabuena por el premio Hislibris de Novela Histórica al mejor autor novel! Debe saber a gloria, además de resultar algo novedoso, habiendo optado por la autopublicación…

Mil gracias. La organización del premio puso énfasis en que era la primera vez que un autoeditado ganaba un Hislibris, algo que no sabía y que hace que lo aprecie mucho más. Lo cierto es que la novela no ha dejado de darme satisfacciones.

¿Cómo un periodista español acaba escribiendo una historia de samuráis ambientada en el Japón del siglo XVII?

Eso me pregunta todo el mundo. Lo cierto es que siempre me ha apasionado la Historia y la cultura nipona. Hace veinte años, antes del boom en occidente de autores como Haruki Murakami, yo andaba buscando lo poco que se traducía de gente como Eiji Yoshikawa o Yukio Mishima. Digamos que siempre hubo afinidad, pero nunca imaginé que la primera historia que me asaltaría a la hora de escribir estaría ambientada en el Japón feudal.

¿Qué le llamó la atención de ese periodo?

Lo cierto es que el Japón de finales del periodo Sengoku y temprano Edo es un escenario literario de primer nivel. Tiene de todo: batallas épicas, conspiraciones políticas, revueltas sociales y religiosas, amores imposibles, caballeros andantes… Lo increíble es que no haya más escritores occidentales que se decidan a explotar este contexto histórico.

Al ponerse en las botas de esos personajes tan lejanos (temporal y culturalmente), ¿cómo realiza el escritor la labor de ‘interpretación’ para hacerlos reconocibles y asequibles para su lector?

En primer lugar, huyendo de los tópicos. Estamos acostumbrados a que las películas y novelas sobre Japón hechas desde occidente siempre usen un protagonista extranjero para vehicular la narración: el forastero recién llegado que lucha por comprender un país extraño y complejo. Esto ofrece al lector una visión sesgada, simplificada. A mí ese punto de vista no me interesaba, yo quería sumergir al lector en una historia genuinamente japonesa pero utilizando códigos narrativos a los que estamos habituados, como son los del thriller y la novela histórica de aventuras. Para ello he intentado crear personajes complejos, alejados del cliché, que se comporten y se expresen como lo hacían los japoneses de aquella época. Ha requerido una enorme labor de documentación, no sólo histórica, sino también psicológica y costumbrista, pero creo que los lectores han sabido valorarlo y no han tenido problemas para empatizar con ellos. Y es que las motivaciones y los sentimientos de una persona (lo que los japoneses llaman honne) son esencialmente los mismos en todas las épocas y culturas, lo que cambia es la manera de interpretarlos y expresarlos socialmente (a lo que los japoneses llaman tatemae).

Como el lejano oriente no es la ambientación más común en las librerías patrias, convenza a sus futuros lectores ¿por qué deben viajar con su libro?

Desde el principio tuve claro que la novela debía resultar plenamente disfrutable para cualquier tipo de lector: tanto para el amante de la cultura japonesa como para aquel que no tuviera conocimientos o interés previo en Japón y su pasado. El guerrero a la sombra del cerezo no es un ensayo sobre la Historia de Japón ni un retrato de la sociedad samurái, es ante todo un relato de aventuras que busca entretener, pero haciendo el esfuerzo de recrear fielmente unos ambientes y un contexto histórico que seguro que el lector encontrará fascinantes. Le sorprendería la cantidad de lectores que se ponen en contacto conmigo o que reseñan en Amazon diciendo que, a pesar de que no les atraía la temática, decidieron leer El guerrero... por las recomendaciones y terminan cautivados por la sociedad que se describe en la obra. Muchos incluso me escriben pidiéndome que les recomiende alguna otra novela sobre Japón.

¿No le parece que ahora los escritores españoles están abriéndose y se atreven con temas, ambientaciones y géneros que antes nos eran ajenos, como es su caso?

Completamente de acuerdo. Es el resultado de la globalización de los referentes culturales. Antes los autores solían leer y tomar como modelo a los creadores de su ámbito inmediato, eso daba como resultado que en países como el nuestro predominaran una serie de temas y géneros literarios. Ahora, sin embargo, hay una generación de escritores, los que estamos en la treintena, que probablemente ha leído más a Tolkien, Neil Gaiman o James Ellroy que a autores españoles, así que los ambientes literarios naturales para ellos son la fantasía, la ciencia ficción, el thriller… Y es magnífico que no nos limitemos a las temáticas habituales, que empiecen a surgir en España excelentes autores de género. Incluso las editoriales, tan reacias a cambiar el paso, comienzan a darse cuenta de que determinados géneros ya no son patrimonio de autores extranjeros.

Recomiéndenos otras ficciones ambientadas en la historia de Japón… ¿Una novela y una película?

Entre las novelas, no puedo dejar de recomendar la trilogía Laspiedras de Chihaya, de otro escritor español: Sergio Vega. Una obra que sorprende por la sensibilidad espiritual y la precisión histórica con que está escrita. En cine no voy a recomendar ninguna de las obras maestras de Akira Kurosawa, que sería lo lógico, sino que me atrevo a sugerir una película más afín a mi propio libro: El ocaso del samurái, de Yoji Yamada. Ofrece un retrato más intimo y costumbrista de la figura del samurái, despojado de la épica y la grandilocuencia con que suele reflejárselos en el cine y la literatura.

¿Va a volver a escribir sobre Japón?

Ahora mismo estoy trabajando en mi tercera novela y las musas me han arrastrado de nuevo al Japón antiguo, aunque en esta ocasión le he dado un giro al enfoque. Ya veremos dónde me lleva este nuevo viaje.

Leemos que su próxima novela saldrá en una gran editorial en 2016 y que será… ¡Un thriller de ciencia ficción! ¿Qué hay en ese cambio?

Confluyen dos motivos: por una parte, El guerrero a la sombra del cerezo me exigió casi cuatro años de documentación y escritura, de inmersión total en la cultura y el periodo histórico, y cuando me planteé escribir la segunda novela descubrí que necesitaba oxigenarme creativamente, adentrarme en un desafío distinto. Por otra parte, cuando empecé a mover El guerrero... entre agentes y editoriales se repetía el mismo mensaje: nos gusta la novela, pero no vamos a apostar por ella porque la temática es inusual en el mercado español, sobre todo viniendo de un autor novel que no arrastra un público previo. Así que para mi segundo intento opté por escribir algo más habitual: un thriller de investigación, pero impregnándolo de mi pasión por las historias que exploran el futuro inmediato. El resultado fue Hijos del dios binario, y he de decir que en esta ocasión la novela sí que ha interesado a varias editoriales, y será finalmente Suma quien la publique.

A pesar de que obviamente ha habido un trabajo detrás (finalista del premio Lara, autopublicado y ahora editado por un gran sello), parece que la crisis económica y editorial no se ha fijado mucho en el escritor David B. Gil…

Sí que se ha fijado, sí. En otros tiempos una novela finalista del premio Fernando Lara, como fue por ejemplo La sombra del viento, tenía muchas posibilidades de ser publicada por la editorial. En mi caso, Planeta no llegó a ejecutar el derecho de publicación que tenía sobre la obra. Y después de eso he pasado dos años esperando, en vano, que alguna de las editoriales que me confirmaron la lectura del manuscrito se decidieran a apostar por ella. Sólo fue después de mucho desesperar que me decidí a poner la novela en Amazon, y he de decir que con dudas. Al final la experiencia autopublicándome ha sido muy positiva, y lo ha sido gracias a los lectores. Si El guerrero... vende todos los días es por la cantidad de reseñas positivas que acumula en Amazon, porque los lectores la recomiendan activamente a otros lectores, y no hay mejor marketing que ese.

¿Cómo cree que está cambiando el sector editorial en estos años?

Es una pregunta muy complicada, y no creo que haya nadie que se aventure a hacer predicciones. Es evidente que estamos en un cambio de paradigma, pero al mismo tiempo el ebook no ha barrido de las estanterías al libro de papel, como hace unos años se pensaba que sucedería. Para muchos lectores leer sigue siendo un acto íntimo, físico, disfrutan del tacto del papel, del ritual de pasar las páginas. Creo que un escenario factible en el futuro es que convivan ambos formatos: el papel para las ediciones especialmente cuidadas, para aquellos lectores que quieren atesorar un libro concreto en sus estanterías, y el ebook como sustituto de la edición de bolsillo y para los autores independientes. Claro que para que ese escenario funcione, el precio del ebook editorial tiene que bajar sustancialmente, algo que no depende sólo de las editoriales: no tiene sentido que en España un libro en papel lleve un IVA del 4% y ese mismo libro, en formato digital, tenga un IVA del 21%.

¿Autoeditado o editorial? ¿Con qué se queda?

Por ahora mi única experiencia es como autoeditado, así que quizás el año que viene pueda responder mejor a esa pregunta. Lo que es evidente es que en España la única manera de llegar al gran público es de la mano de las grandes editoriales, porque somos un país de lectores en papel. En otros mercados, como el norteamericano, es más habitual que un autor consiga sobrevivir o incluso triunfar como autoeditado; en España lo tenemos más difícil.

Como escritor, ¿cómo es David B. Gil? Organizado, caótico, escribe del tirón…


Diría que bastante metódico, soy de los que tienen guiones muy detallados y centenares de fichas donde anoto lo que debe suceder en cada capítulo. Suelo comparar mi proceso de escritura con la planificación de un viaje: al principio sé de dónde parto y a dónde quiero llegar, luego voy trazando la ruta pormenorizadamente, en qué pueblos haremos noche, en cuál sólo repostaremos, quiénes iremos conociendo por el camino, quién se quedará con nosotros hasta el final y quién se bajará dos paradas más adelante… Por supuesto hay veces en que uno tiene que tomar un desvío, o le gusta algún sitio y se detiene más tiempo del previsto. Pero en esencia lo tengo todo planeado antes de comenzar a escribir, eso me permite que, a la hora de sentarme frente al teclado, pueda concentrarme en el estilo, en los diálogos, las descripciones… y no en cómo debe avanzar la historia. Pero creo que cada uno debe encontrar su propio proceso; conozco autores que no saben lo que van a escribir cada día hasta que se sientan, y luego les sales unas historias maravillosas.

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