Hay un
injusto desequilibrio entre el espacio-tiempo que dedicamos a informar de las
guerras y el que concedemos a las posguerras. Los conflictos bélicos son
todavía rentables: a los periódicos les reportan titulares y a los (ya pocos)
intrépidos reporteros, prestigio y fama. Pero lo que viene justo después de la
paz acostumbra a permanecer en un incómodo claroscuro que solo se ilumina si regresan las hostilidades. La vida tras una guerra, con sus miserias,
escaseces y contradicciones se desarrolla en un escenario secundario, en un microteatro
mediático espantoso y sin apenas público.
Por encima
de sus virtudes estilísticas, que las tiene en grado sumo, Como si masticaras piedras es bonita porque se interesa por aquello que ya no
interesa. Por las viudas y las madres que esperan con fortaleza indómita a
que los despojos de hijos y maridos emerjan del magma anónimo de las fosas
comunes para enterrarlos con dignidad. Por la heroica
dedicación de los especialistas forenses que, pese a la escasez de medios y el aire insano que fluye de las heridas sin cerrar, buscan la verdad escondida
en la doble hélice. Por el estupor que produce en las víctimas que los verdugos
de tus seres queridos no solo campen a sus anchas sino que además ocupen tu
casa, usen tu vajilla, duerman en tu cama.
Estos zarpazos de incómodo realismo que la vida cotidiana deja sobre la piel
de los tratados son los que Tochman salva para la posteridad. La guerra de
Bosnia avergonzó a Europa, impotente a la hora de frenar el odio étnico y el
nacionalismo homicida, pero la posguerra de aquel conflicto también debería avergonzarnos. El diseño de los planes de paz —la inversión económica en
una zona desolada y empobrecida— estuvo tan repleto de contradicciones que
el resultado ha sido que las víctimas lo son doblemente. Con un lenguaje seco,
casi notarial, Tochman va tasando el desgarro y la incredulidad de los
supervivientes. "En cada uno de ellos veo un asesino", confiesa una mujer violada que camina por las calles ociosas de una pequeña
población de la nueva Bosnia.
Es
inevitable y humano generalizar. Todas las posguerras de todas las guerras, al
menos de las más crueles —las civiles— han tenido un poco de todo lo anterior.
En España nos lo vino a recordar hace décadas Roland Fraser. Para el caso de la antigua Yugoslavia
tenemos las viñetas amargas de Joe Sacco. Además, ahora, este pequeño —solo en
tamaño— libro de un autor inédito en español. Para los que aprendimos lo que es una
limpieza étnica en el telediario de las tres de la tarde, hace ya un par de
décadas, o los que asistimos a los juicios y las querellas por quítame aquí
este genocidio, esta obra nos golpea de manera íntima. No es una lectura sencilla, ni agradable, tampoco complaciente. No es moralista, pero dispara cargas profundas de Moral y de Historia. A las nuevas generaciones, por estos motivos y otros que quizá yo desconozca, también les servirán bien.
Título: Como si masticara piedras
Autor: W. L. Tochman
Editorial: Libros del KO
Año de edición: 2015
Tipo de edición: papel
PVP: consultar en la página web
Nacho Segurado
Sígueme en Twitter @nemosegu
Sigue a Best Seller Español en Twitter y Facebook.
Título: Como si masticara piedras
Autor: W. L. Tochman
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Año de edición: 2015
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