Páginas

jueves, 12 de febrero de 2015

Iván Martínez Hulin: "Es vergonzoso que el escritor sea la persona que menos gana por su propio trabajo"


Me pasa con Iván Martínez Hulin algo extraño pero agradable. Siento con él, una especie de paralelismo con su trayectoria como escritor (a pesar de la diferencia de edad, de trayectorias, de obras, temas, etc) porque los dos sufrimos a la vez uno de esos reveses indeseables que sufrimos los escritores. Lejos de hundirnos, los dos aprendimos de la mala experiencia y seguimos en la labor de contar historias. Iván regresó con fuerza hace unos meses con su nueva novela, Una isla llamada Utopía (Editorial Independiente, 2014), una historia muy personal sobre la que lleva años trabajando. Sobre ella, y sobre él como escritor nos habla en esta entrevista.

¿Cómo nació Una isla llamada Utopía?

Es complicado de explicar y tenemos que retrotraernos hasta unos cuántos años atrás, algo así como veintiuno o veintidós. Yo tenía unos dieciséis o diecisiete en aquel entonces y estaba finalizando mis estudios de bachillerato. Nuestro profesor de religión y ética nos encomendó la tarea de escribir un relato sobre la utopía y yo, que era osado y rebelde en aquel entonces, no sé si más o menos que ahora, solicité poder escribir sobre la distopía, porque no era un firme creyente en la perfección que pudiera decirse. Así se plantó la semilla de lo que sería Una Isla Llamada Utopía y que tardaría un tiempo en germinar. Siempre había escrito, desde muy joven, y el relato se me quedó pequeño. La idea fue creciendo y creciendo hasta que, ya cumplidos los dieciocho, se convirtió en el núcleo de la novela que es hoy en día.
Esta novela es una novela de descubrimiento, de iniciación, de aventura vital, pero también de reflexión sobre la utopía. ¿Es posible crear un mundo perfecto? ¿Las utopías no son el ideal que lleva a las distopías?

El mundo nunca podrá ser perfecto, sencillamente porque el ser humano es imperfecto. La perfección, si es que existe tal cosa, debe ser divina… afortunadamente, porque debe ser un tanto aburrida o al menos, así se me antoja a mí, aunque no lo tengo claro. No, no creo que se pueda crear un mundo perfecto, aunque sí debemos aspirar a ello, porque tener una meta elevada siempre ayuda a mejorar.
Si partimos de esa base de imperfección, las utopías que creamos tendrán algo de distopía en su seno, porque toda luz conlleva aparejada un atisbo de sombra. Son como el ying y el yang, no pueden existir la una sin la otra y es parte de lo que nos hace humanos. Los hombres y las mujeres somos así, luz y oscuridad, siempre debatiéndonos entre el bien y el mal. Cualquier cosa que derive de nosotros estará también eternamente dividida. La utopía no es una excepción, por eso debe funcionar como un ideal, una aspiración, no una meta en sí.
En estos tiempos de crisis, ¿el mensaje de tu novela es aún más válido que cuando la empezaste a escribir?

Sin duda alguna. Si la crisis ha descubierto algo en nosotros es la superfluidad de algunas cosas que habíamos convertido en esenciales en nuestra cotidianidad. Es bien sabido que viajar es importante, porque abre tus miras, te ayuda a ponderar tu existencia y a valorar lo que resulta básico y lo que no lo es. Es más o menos lo que le sucede al protagonista del libro. Contra esos bienes superfluos y esos valores de nuevo cuño que no tardan en desmoronarse ante las dificultades, hay otros muchos como la solidaridad, por ejemplo, de la que los españoles podemos enorgullecernos de ir bien despachados. Estas cuestiones se reflejan en el libro.

En la novela, un joven periodista malagueño decide aceptar un reto e irse a cubrir la historia de su vida a China… ¿tiene algo de autobiográfico ese argumento?

Sorprendentemente, no (risas). Son muchas las personas que me han preguntado si he estado en China, si he viajado por el gigante amarillo, y la respuesta es que no. No he viajado a China, aunque me gustaría; tampoco soy periodista, aunque fue una de mis opciones cuando estaba eligiendo carrera… pero sí hay ciertos rasgos de mi trayectoria vital en la historia, ciertos aspectos de los personajes que podrían ser míos y alguna que otra experiencia personal diluida entre las páginas de la novela que, como todo buen contador de historias y con permiso de los lectores, voy a conservar en el misterio.
¿Cómo es Iván M. Hulin como escritor? ¿De dónde nacen sus historias?

Iván es complejo en todos los sentidos (risas). ¿Existen las personas simples? Yo creo que no. Centrándome en la pregunta, como escritor soy un verdadero experto en el arte de gozar con lo que hago y no creo que haya otra manera de encarar esta profesión. Es muy importante disfrutar con la tarea que uno elige en la vida, incluso con las que nos vienen impuestas, porque ese torrente de emociones positivas que volcamos en lo que hacemos se contagia. Creo que si escribiera por obligación o trabajara en un libro en el que no creyera, el lector lo detectaría muy rápido, igual sucede al contrario. Si disfrutas con lo que estás haciendo, si crees en ello, el lector también lo percibe y se contagia de esas emociones, por tanto, mi primera regla es escribir en todo momento lo que me apetece. Eso me convierte en un narrador bastante versátil, pero también tiende a confundir a mis lectores. Te aseguro que es un problema a tener en cuenta. Los que somos lectores empedernidos, y me incluyo, nos llegamos a acostumbrar a que un escritor siga siempre una cierta línea. Si se sale de ella, nos descoloca. Pues bien, soy el rey del descoloque. Mis novelas no podrían ser más distintas entre ellas. Por un lado está Diario de un Cazador – Linaje, una novela corta con el vampirismo como excusa para mostrar la manera de enfrentarse a la vida, de volver a caminar tras un duro golpe. El Vuelo del Cisne es un relato femenino e intimista, una especie de catarsis o de génesis en la vida de una mujer que se quita de encima de un plumazo los tabúes y los condicionamientos que han marcado su existencia hasta el momento para volver a reencontrarse consigo misma, con su verdadero yo. Por último, Una Isla Llamada Utopía nos sumerge en el viejo concepto del iniciado que comienza un viaje físico que es al mismo tiempo un viaje mistérico que habrá de cambiarle interiormente. Ninguno de los libros tiene absolutamente nada que ver los unos con los otros porque, como te decía antes, escribo en cada etapa lo que siento y lo que me apetece. No sé hacer las cosas de otro modo.
Mis historias nacen de una idea fundamental que suelo aderezar con detalles de aquello y aquellos que me rodean. Cualquier cosa que me suceda en mi vida ordinaria y cualquier individuo interesante que conozca son susceptibles de terminar formando parte de alguna de mis novelas. Es peligroso tenerme como amigo (risas).
¿Cómo se plantea el trabajo de escribir? ¿Es metódico, tiene un plan preconcebido o se sienta a escribir y se deja llevar?

La constancia es la mejor consejera. Es cierto que no te levantas igual de inspirado cada día, pero tienes que obligarte a escribir cuando estás trabajando en un proyecto. Unos días escribirás prolíficamente, otros menos, pero es importante avanzar y no dejarlo en manos de las musas, que tienden a ser bastante caprichosas.
Me gusta un símil que escuché una vez y que creo que refleja muy bien el tipo de escritores que podemos encontrar. Hay dos clases de escritores: los que usan mapa y los que emplean brújula. Los que usan mapa saben de dónde parten, por dónde quieren pasar y hasta donde conducir el relato. Los que emplean brújula saben de dónde parten y disfrutan del viaje a base de improvisaciones. Yo no soy cuadriculado, pero tampoco me abandono al azar. Normalmente tengo una idea preconcebida, un esquema esencial de lo que quiero contar. Con eso comienzo a escribir y a documentarme, si es que la novela lo requiere. Lo extraño del caso es que llega un punto, siempre llega este punto, en que el libro deja de estar a tu cargo y cobra vida. En lugar de provenir de ti, comienza a emplearte como instrumento para contarse a sí mismo, por lo que sabes dónde comienzas, pero cuando él toma el control, no sabes a dónde puede llevarte. Por último, siempre hay que emplear la imaginación. Es una de nuestras herramientas básicas a la hora de escribir ficción.

Para un escritor del siglo XXI, ¿es necesario estar en las redes sociales? ¿Han cambiado su forma de escribir y de interaccionar con los lectores?

No es imprescindible, pero creo que es conveniente. ¿Recuerdas los tiempos en los que los escritores eran personas altivas, esquivas y poco accesibles? Pues esos tiempos han pasado a la historia. Los escritores de hoy en día, salvo excepciones, son cercanos, accesibles y bastante espontáneos. Recuerdo ahora mismo el ejemplo de Javier Sierra, que no solo es un gran escritor, sino un encanto de persona que no duda en atender a cuantos se le acercan con amabilidad y naturalidad. Es solo un ejemplo de los muchos que podría mencionar, que no se enfade ningún compañero.
Las redes sociales no han cambiado mi manera de escribir, pero sí la facilidad con la que los lectores pueden dirigirse a nosotros de manera personal. Creo que eso nos satisface a ambas partes. Nuestro trabajo va dirigido al público, lo realizamos para ellos y por ellos, por lo tanto siempre es agradable recibir algún mensaje interesándose por este o aquél aspecto del mismo, intercambiar opiniones o charlar amigablemente. Las oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías en este sentido no son determinantes, pero sí suponen un buen sistema de intercambio del que no disponíamos antes, por lo tanto, ayudan al acercamiento entre lectores y autores, lo que siempre es positivo. Mientras que antes solo podíamos charlar en encuentros, conferencias, ferias del libro o sesiones de firma y presentaciones, ahora basta con escribir un correo electrónico o lanzar un mensaje a través de las redes sociales.
¿Ebook o libro de papel?

Libro en papel, sin dudarlo. Reconozco algunas de las ventajas del libro electrónico, pero soy un romántico empedernido y un poco clásico en este sentido y necesito sentir las hojas, percibir ese particular aroma a libro nuevo o usado, subrayar una palabra o frase, tomar notas al margen, doblar una esquina de la página para señalar algo o tenerlo firmado y dedicado por el autor… Estas son maneras de hacer nuestros los libros y eso, de momento, no puede hacerse con el formato electrónico. Es cierto que cada soporte tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero yo soy de una generación que está a caballo entre lo clásico y las nuevas tecnologías y, aunque tengo un libro electrónico, prefiero seguir leyendo en papel. No obstante, hay que señalar que, si las futuras generaciones continúan leyendo, que sería un asunto a debatir largo y tendido, lo harán en nuevos formatos que nada tendrán que ver con el tradicional. Por último, señalar que hay mucho mito ecologista en cuanto al uso del papel en la industria, pero eso es harina de otro costal.
¿Cuáles son los grandes males del sector editorial español? ¿La crisis? ¿Los medios digitales? ¿La piratería? ¿la mala gestión?

¿Tú quieres que me quemen en la hoguera por brujo? (risas). No, hablando en serio, no me considero suficientemente versado en la materia como para hacer un análisis acertado, pero sí puedo ofrecerte mi opinión personal. El principal problema del sector es la falta de competencia, para empezar. Hay dos grandes grupos editoriales en nuestro país, y uno extranjero en camino. Ellos ocupan el 80% del mercado. El 20% restante se lo reparten entre las pequeñas y medianas editoriales. El espacio en las librerías es muy limitado y todos no juegan con las mismas reglas, los mismos sistemas de presión o similar capacidad para incentivar a los libreros. Por lo tanto, puedes hacerte una idea de cómo se reparte el espacio físico disponible. Las grandes ventas lo serán siempre, es innegable. Tienen a su disposición enormes campañas de marketing y una capacidad para alcanzar al público que no tenemos los escritores más humildes, por lo que cada editorial debe buscar su lugar en el mercado innovando, ofreciendo un seguro de calidad y creando propósitos específicos que atraigan a su público potencial. El sector editorial está muy anquilosado, apenas se están comenzando a introducir en las nuevas tecnologías y la competencia es feroz. No es un secreto que España es un país en el que se edita mucho y, en comparación, se lee muy poco.

La crisis ha afectado en mayor o menor medida a editoriales, libreros y distribuidores, por lo tanto, también ha afectado de rebote a correctores y escritores. La única ventaja que hemos tenido hasta el momento es que, el que antes se gastaba más dinero en salir, ahora se queda en casa y, en lugar de tomarse una cereza y unas gambas, se compra un libro, que además le va a durar toda la vida. Fíjate si la crisis ha afectado incluso a las grandes editoriales que, en estos años pasados, los únicos libros que han promocionado han sido los de personas conocidas de la televisión o estrellas del deporte, además de los nombres que ya representaban súper ventas en su momento.

Los medios digitales no son un problema, el problema es competir con la inmediatez y con el tipo de vida rápida que llevamos. Me explico. La literatura tiene que enfrentarse hoy en día con varios elementos con los que tiene muy difícil competición. La televisión, el cine, las consolas de videojuegos, las tabletas y los teléfonos inteligentes, etc. Estos aparatos ofrecen diversión sin necesidad de realizar un esfuerzo. Cuando te sientas a ver un programa de televisión o una película, el cerebro recibe los estímulos de manera visual y auditiva, pasivamente, sin necesidad de esforzarse. Cuando lees un libro tienes que hacer varios esfuerzos: leer, comprender e imaginar. Nada más que esto ya representa una desventaja hoy en día. Además, como hemos creado un sistema de vida estresante, vertiginoso en su discurrir cotidiano, apenas queda tiempo que dedicar a la lectura. A mí me encanta entrar en el metro o en el autobús y observar a personas que aprovechan el trayecto para leer. Son el ejemplo claro de que, si se quiere, se puede.

La piratería es un hecho, existe y existirá y creo que se está enfocando muy mal el asunto. Basta con que un pirata decida copiar un producto y colgarlo de manera gratuita en la red y el proceso será irreversible, pero tratarlos como el enemigo o como forajidos solo alienta ese espíritu rebelde. Está claro que hay que perseguir la ilegalidad pero, yo me pregunto algo más, ¿por qué un pirata ataca un producto? ¿Por qué otros usuarios de la red deciden bajarlo gratis a sus dispositivos? La industria del libro no tiene las mismas pérdidas por causa de la piratería que otras industrias, como puede ser la cinematográfica o la discográfica, al menos por el momento. Quizá el problema sea la industria del entretenimiento que hemos creado y una manera errónea de enfocarla. Una posible solución es abaratar los precios. No es lógico que un libro en formato electrónico cueste unos pocos euros menos que su formato en papel, porque aunque hay costes que son comunes a ambos, es cierto que se eliminan intermediarios y otros costes, principalmente el de la impresión. Por lo tanto, el precio no puede tener una diferencia ridícula, sino sustancial. Por otra parte, hay que concienciar y hacer comprender al público y a los propios piratas que, si les gusta un autor y piratean sus obras, ese autor no obtendrá beneficios y, por lo tanto, tendrá que buscar su fuente de ingresos en otra parte, reduciendo o perdiendo el tiempo que podría dedicar a su labor artística. Si llegamos a eso, nos quedaremos sin artistas de ningún tipo y entonces sí que lo lamentaremos. Los cantantes no sacan apenas beneficio de los discos que graban con los sellos discográficos, los obtienen de los conciertos. En cambio, los escritores basan el grueso de sus beneficios en las ventas de sus libros. Algunos pueden dar conferencias y cobrarlas, pero no es lo habitual y esto suele depender de la fama del autor. Si no conseguimos que la sociedad comprenda esto, los únicos autores que quedarán serán los de las grandes compañías, con el empobrecimiento de la cultura que ello supondría. Probablemente, si adecuamos el precio y concienciamos a las personas, evitaremos más la piratería que prohibiendo e ilegalizando. Aún así, siempre habrá quien continuará colgando contenidos o descargándolos ilegalmente. El ser humano es así de mezquino. De todos modos, los escritores a los que realmente afecta la piratería son los autores de best-sellers. El resto, por ahora, nos salvamos de la quema.

De la mala gestión poco puedo aportar. Cada editorial funciona de una manera, como ocurre con el resto de empresas de cualquier otro ámbito. Yo he tenido experiencias nefastas con algunas, por ejemplo, y ahora estoy muy satisfecho con Editorial Independiente. Imagino que dependerá de los responsables, de la profesionalidad y del buen o mal hacer de cada editor o responsable del sello. Hay de todo, como en botica.
¿Es el escritor la pieza más débil del engranaje editorial?

Esta pregunta tiene su enjundia, David. Si no es la pieza más débil, es la pieza peor tratada cuando, curiosamente, es la base de la pirámide. Sin los escritores, no habría libros ni editoriales, correctores, distribuidores, libreros, maquetadores, diseñadores, impresores, etc. Es verdaderamente vergonzoso que el escritor sea la persona que menos gana por su propio trabajo. Es cierto que, una vez que entregamos el manuscrito, también está implicada la labor en la producción de muchas otras personas, pero lo que no tiene ningún sentido es que los distribuidores o libreros ganen más que cualquier otro implicado en el proceso. No me dolería en prenda desvelarte los porcentajes, pero tengo una cláusula de confidencialidad en mi contrato que me impide hablar al respecto, lo que sí puedo asegurarte es que el escritor es el menos beneficiado de la venta de un libro. Para que os hagáis una idea, el escritor viene a ser como el campesino que obtiene un fruto y que percibe una ridiculez por él en favor de los intermediarios, supermercados incluidos, que son los que de verdad le ven color al asunto. Ahora bien, citando a mi querido refranero español: “arrieritos somos y en el camino nos encontraremos”. Una de las grandes ventajas de la aparición de los medios digitales y de las nuevas tecnologías es que, quitando al equipo que trabaja desde la editorial en el libro, el resto se ha vuelto superfluo, así que el reparto del pastel del que han gozado hasta el momento puede cambiar en un futuro muy cercano. Una de las razones por las que he apostado por Editorial Independiente es que como parte de su idiosincrasia lleva por bandera dignificar la figura del autor y aumentar su porcentaje. Ojalá su ejemplo cale en muchas otras editoriales.
Tus novelas han ido del terror, a la ciencia ficción a novelas más intimistas… ¿Qué será lo próximo que leamos tuyo?


Probablemente algo relacionado con el género policíaco aderezado con unas gotas de misterio. No me atrevo a calificarlo de novela negra, pero creo que sorprenderá a los lectores. Sigo mi estela y despistaré a mis seguidores una vez más.

Sigue a Best Seller Español en Twitter y Facebook.

1 comentario:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar