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viernes, 13 de junio de 2014

De compras y andanzas por la feria del Libro: el punto de vista del lector



Un escritor muy prestigioso contó una vez que su hijo, cuando le preguntaron en el colegio a qué se dedicaba su papá, respondió que era el dueño de la Feria del Libro. Es una historieta divertida, pero que trasluce hasta qué punto los escritores van –y ven– la feria de Madrid como una especie de profesión. Entre los miembros de este blog hay varios autores profesionales, así que recojan ellos el guante de relatarnos sus experiencias en El Retiro, que seguro que se guardan más de una anécdota jugosa...

Yo escribo como lector, única y exclusivamente. Como lector que todos los años, con maniática puntualidad, visita la feria una, dos y hasta tres veces. Lector que siempre compra y que siempre regala y que, cuando no le vence la timidez, se presta a charlar con los libreros: de cómo van las cosas, de periodismo, de política, de historia y, claro, también de libros. Para eso estamos todos allí, como peregrinos que esperan una iluminación repentina tras su viaje. 

Soy un maniático, lo reconozco. A la feria entro siempre por la puerta de carruajes de El Retiro: de la primera a la última caseta, y vuelta a empezar. Me salto las casetas de siempre, las de códices miniados (¿conocéis a alguien que haya comprado alguna vez alguno?), las de los organismos oficiales (las casetas más funcionariales de todas) y las de las grandes tiendas y editoriales (calculo que Planeta, en un lustro o así, se hará con toda la feria). Pero me paro en las de siempre, en las pequeñas editoriales de nombres geniales y de ediciones aún mejores; editoriales tipo Minúscula, Katz, La Uña Rota, etc. 

Estas son las casetas que cuentan con esos libreros a los que se les ilumina la cara cuando les dices que has leído tal o cual libro, o incluso, el colmo ya, que lo conoces, aunque no lo hayas abierto en tu vida. Libreros agradecidos, que te recomiendan sin venderte, con los que hablar de Karl Kraus –una vez me pasó que con quien hablaba tanto tiempo sin yo saberlo era Carlos Pardo, el poeta– o recordar con nostalgia ediciones antiguas que ya no volverán a poblar el paseo por falta de dinero o de lectores o de iniciativa. 

Este año he comprado más que otros. Las cuatro estaciones de Atenas, Grupo Salvaje y A Moscú sin Kaláshnikov, los tres editados por Libros del K.O., grandioso sello. Además de esto, un libro del que nada puedo decir porque se trata de un regalo que todavía no he entregado (y muy posiblemente el receptor acabe leyendo esto) y las memorias de Adam Michnik. Caza mayor.

Con todo, quizá caiga alguno más, a la poesía la tengo muy abandonada últimamente, como al teatro, pero la cosa dependerá de si vuelvo antes del domingo... o doy por empezado el verano cambiando la celulosa por el cloro. Por cierto, el que seguro que sí vuelve es nuestro David Yagüe, que firmará el sábado por la mañana en la caseta de la editorial Roca su última novela, Los últimos días del imperio celeste. ¡No hagáis como yo e id!

¿Cuál es vuestra impresión de la feria? ¿Vais todos los años? ¿Compráis mucho? ¿Qué preferís? Déjanos tu opinión en los comentarios.

1 comentario:

  1. Yo voy todos los años y siempre compro (poco o mucho, este año dos libritos). Siempre prefiero ir a las casetas de editoriales que a las de librería, pero me la paseo de arriba a abajo un par de veces, como mínimo. Para mí es una tradición familiar, porque mis padres ya lo hacían con nosotros cuando éramos pequeños. Ah y yo también me salto lo de los códices, jajaja. Buen post¡

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