FOTO: Blanca del Amo |
La periodista Aranzazu Serrano acaba de publicar su primera novela Neimhaim. Los hijos de la nieve y la tormenta (Fantascy, 2015): una monumental historia de fantasía heroica ambientado en un mundo muy deudor de las culturas escandinavas. A Aranzazu la conozco desde hace bastantes años en los que hemos compartido redacción en 20minutos y muchas charlas frikis, así que me resulta un placer presentaros su primera novela. No perdamos el tiempo, subamos a nuestro drakkar y pongamos rumbo hacia los lejanos fiordos y glaciares de Neimhaim
¿Cómo nació Neimhaim?
Era el verano de 1996 y tenía 18 años. Cuando iba a dar el paso ante el abismo de la universidad, tuve un sueño muy peliculero. Vi dos pueblos, uno que adoraba la guerra y otro muy pacífico, que no tenían más remedio que unirse porque les invadían y fundaban un nuevo reino. Para unirlo, lo fundían en sus dos hijos primogénitos, pero esos herederos se veían obligados a cumplir un exilio. En mi sueño, los herederos eran blancos como la nieve. Me gustó mucho y para que no se perdiera, lo escribí.
¿Cuánto has tardado en escribirla?
Como te decía, empecé a escribirla con 18 y la terminé con 33, justo antes de tener a mi hijo. Cuando lo releí, me di cuenta de que había una gran diferencia de madurez y estilo entre lo primero y lo último, así que me llevó otros cuatro años de trabajo pulir, reescribir y lograr que toda la novela fuera uniforme. Lo curioso es que los personajes han madurado conmigo; al principio son más ingenuos, pero se van completando como personas según van creciendo. Eso ha sido muy bonito.
En la época en la que empezaste eras ya una gran lectora de fantasía...
Sí, y como tal echaba de menos personajes femeninos con fuerza. No que fueran solo listas, sino que fueran físicamente fuertes, que empuñaran la espada y no necesitaran a nadie que las defendiera. No había encontrado ningún referente así, salvo en Tolkien, con Eowyn de Rohan, que era muy secundaria, y Sonja la Roja, en cómic. Me propuse crearla en mi propio libro con mi protagonista. Soy una persona que me gustan los contrastes y quería contrastar ese protagonista femenina con fuerza con uno masculino débil y que necesitara protección. Era la segunda gran idea de Neimhaim, intercambiar los roles típicos de la fantasía del héroe guerrero y la mujer maga e inteligente.
¿Esos roles a día de hoy siguen sin cambiar?
Creo que esos roles han cambiado, pero no en el género fantástico y sí en la ciencia ficción con personajes de las distopías como Katniss de Los Juegos del Hambre. Con esos personajes se ha hecho lo que yo buscaba.
¿Dices que en la fantasía todavía no ha cambiado?
En la fantasía, mujer fuerte era sinónimo de mujer fea. ¿Por qué ese prejuicio de que una mujer fuerte tiene que ser menos femenina? Yo he tenido que luchar mucho contra esos prejuicios. Y sí, sigue cumpliéndose. Fíjate en George R.R. Martin al que todo el mundo alaba porque da importancia a las mujeres. En el fondo, sigue cumpliendo el tópico: la mujer fuerte, Brienne es fea. La que es bella, Cersei, no utiliza sus armas, es política y usa sus inteligencia y sus encantos. Alguna secundaria se salva, pero duran poco. En ese aspecto, Martin se ha saltado muchos tópicos, pero ese no ha sabido romperlo. Neimhaim rompe con esos estereotipos.
Si hablamos de la ambientación de Neimhaim, claramente el referente es la cultura nórdica...
Mi primera influencia fueron los cómics de Marvel. Siempre he tenido aficiones que en los años 80 eran muy de chico. Mi padre me inició un poco en eso y me regaló dos cómics que me arcaron a lo nórdico: Las guerras asgardianas y El estandarte del cuervo. En ambos casos tomaban la mitología nórdica para reinventarla, para hacer algo nuevo y me gustó mucho esa idea. Quise hacer lo mismo, coger los mitos de Odín, Thor, la mitología y cultura vikinga y celta para hacer algo nuevo.
Entonces has llegado muy a tiempo con tu novela, ahora que la fantasía parece que se está poniendo de moda...
Creo que en el caso de España hay tres personas que han marcado el antes y el después de la fantasía: el director Peter Jackson, cogió algo tan de nicho como El Señor de los Anillos y lo convirtió en algo estratosférico: con el resultó que la fantasía sí daba dinero e interesaba a la gente más de lo que se pensaba; después está George R. R. Martin que ha rematado ese proceso con su Canción de Hielo y Fuego y con la adaptación para televisión que ha hecho la HBO: es más realista y por eso ha captado a gente que no se interesaba a priori por el género; y, por último, está Laura Gallego, en España, que ha marcado un punto de inflexión clarísimo: es la primera vez que una autor español ha tenido unas cifras de venta así, gracias a libros de fantasía, superando a muchas obras realistas. Fue una punta de lanza y yo le estoy muy agradecida.
Ellos han abierto la veda para que una nueva generación de escritores demuestre que la literatura fantástica pueden tener mucha calidad. Somos como la generación del 98 de la fantasía: gente de entre 30 y 40 años que hemos mamado la fantasía desde pequeños, en literatura, televisión, cine, videojuegos... Está saliendo a la luz una nueva hornada de autores que estamos demostrando que la fantasía es algo más que un género escapista y infravalorado. Y digo infravalorado porque hay escritores que merecerían un Nobel, pero por haber escrito fantasía nunca fueron reconocidos como Michael Ende.
Has mencionado la Tierra Media y Poniente? ¿No son dos concepciones del género un tanto antagónicas?
Creo que te pueden gustar las dos y ser fan de Tolkien y Martin. Con el segundo tengo una relación de amor-odio: me encanta el mundo que ha creado, pero me mata lo que el mata, el destruye la épica. Su éxito se basa en que destroza muchos tópicos de la literatura fantástica, pero a mí el heroísmo, por ejemplo, me sigue gustando. Eso sí, su mundo y sus personajes me parecen fantásticos.
Pasan dos cosas, la fantasía tiene una función de escapismo muy grande: una persona que está sufriendo, encuentra alivio en escapar de esa realidad que le oprime y encuentra fuerzas leyendo literatura heroica que da ánimo y mensajes de superación. Hay que reconocer que es una literatura bastante esperanzadora. Es muy importante para mí ver en la novela épica cómo una persona insignificante puede levantarse contra los grandes poderes y vencerlos.
Al mismo tiempo, la buena fantasía siempre es un reflejo de la realidad, cuentan cosas que suceden en la realidad. cotidianos. Detrás de los elementos increíbles siempre hay un fondo de la actualidad en la que vive el escritor. En el caso de Neimhaim, podría ser el de la Unión Europea.
¿La UE?
También me has contado alguna vez que hay alguna relación con los atentados del 11-M...
Siempre he sido muy europeísta. Desde que era adolescente, la idea de la UE me fascinaba: que tantos pueblos tan diferentes fueran capaces de unirse y dejar sus prejuicios para buscar un bien común y hacer fuerza juntos. Todavía sigo pensando que la unión hace fuerza.
Me ha parecido muy bonito que culturas y pensamientos diferentes o incluso opuestos puedan confluir. Siempre me gustó con la idea de pensar de qué pasaría que un pueblo amante de las armas tuviera que convivir con uno que no permitiera la violencia. La novela, en ese aspecto, surge de la realidad: la unión no es un camino de rosas. Las cosas siempre evolucionan. En el camino de una alianza, siempre se gana más de lo que se pierde.
También me has contado alguna vez que hay alguna relación con los atentados del 11-M...
Siempre decimos que todos íbamos en aquellos trenes, pero, en mi caso, sí había amigos míos allí. Escribí un capítulo para desahogarme, tras un pasaje muy dramático donde mueren muchas personas y en la que el protagonista se encuentra con la desolación. Para mí fue como una catarsis. Antes de publicarlo, se lo pasé a una amiga que estaba muy afectada por aquellos sucesos. Me escribió una carta muy bonita para decirme que la historia le había ayudado a superar la tristeza que sentía.
Quizá en tu caso, esta interacción entre realidad y fantasía venga por tu profesión...
Como le ha pasado a muchas personas, acabaron en el periodismo porque eran conscientes de que como escritores no se iban a poder ganar la vida. A mi el periodismo me gusta mucho, para muchos que hemos querido ser escritores desde pequeños esta era la profesión que ha permitido ganarnos la vida escribiendo. Soy una persona, que como buena piscis he vivido en mi propio mundo, pero el periodismo me ha permitido tener los pies anclados al mundo. Si no fuera por mi profesión estaría totalmente alejada de la realidad. Para mi es importante a la hora de escribir, porque me da bagaje el estar en contacto con la realidad más cruda... Al mismo tiempo, es muy diferente a lo que hago como escritora de fantasía. Es un poco el jing y el yang, son dos cosas que se complementan.
¿Qué escritores te han influido a la hora de escribir Neimhaim?
He tenido influencias de dos tipos, literarias y cinematográficas. En las literarias, creo que la principal influencia, aunque sea muy diferente el escritor, es Frank Herbert. Hay mucho de Dune en Neimhaim, ese halo mesiánico de los protagonistas, el exilio... Marion Zimmer Bradley con la saga Darkover y también en gran medida la obra de Moorcock, Elric de Melniboné, me han influido.
A nivel cinematográfico, me he dado cuenta a posteriori, de la influencia del cine de los 80: la novela es muy de aventuras de aquella época, tiene ese sentido de superación, de optimismo, de varios personajes que terminan confluyendo, el ritmo es muy cinematográfico, la narración es muy visual...
El haber jugado a juegos de rol también me ha marcado y ayudado a la hora de dar coherencia a la historia.
¿Cómo te describes como escritora?
Siempre he escrito pensando en que nunca iba a ser publicada y eso me ha dado un sentido del tiempo más bien relajado. Yo siempre he escrito deleitándome, vuelvo atrás, corrijo, releo muchísimo, rehago muchísimo los textos, soy muy muy perfeccionista. Aún así, soy muy despistada y eso me obliga a tener notas de todos los colores. Tengo que tener apuntado todo, ¡alucino con los autores que dicen que no toman nota de nada! También hago dibujos, que me ayudan a expresar lo que llevo dentro.
Como lugar para escribir he escrito en todo tipo de sitios, normalmente intento que sea en mi escritorio, pero, la verdad, escribo en la cama, en el metro, en bares, en trenes, aviones, hoteles... Me llevo mi netbook a todas partes y donde pillo lo saco y escribo.
¿Continuará Neimhaim?
El libro es autoconclusivo, pero Neimhaim es un proyecto de cinco sagas, cada una es la historia de una generación. Comprenden un periodo de 100 años, a lo largo del reinado de los reyes blancos. Ahora mismo, estoy escribiendo la segunda saga: los protagonistas son los descendientes de los actuales personajes y también algunos secundarios estarán presentes.
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