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jueves, 16 de abril de 2015

Ildefonso Arenas: "Tomar el pelo a los lectores es la causa prin­cipal de que cada vez se lea menos"

Tras dos obras publicadas con pseudónimo, Ildefonso Arenas saltó al gran ruedo de la novela histórica en 2012 con la celebrada Álava en Waterloo (Edhasa).  Lejos de dormirse en los laureles del éxito, Arenas regresó en 2014 con dos novelas La venganza catalana y La duquesa de Sagan (ambas en Edhasa) y ha demostrado que hay autor para rato. Con él charlamos de todos esos libros, del oficio de escritor y sus próximos proyectos.

Si los almogávares se encontraran con Artur Mas y Mariano Rajoy… ¿se solucionaría el debate soberanista en un santiamén?

No lo creo. Los almogávares eran muy poco sofisticados, incluso para el tiempo en que vivían. Pienso que sólo Muntaner, y si sus hipotéticos contrincantes fueran capaces de ponerse a su modesta altura cultural (no para su beatífico tiempo, pero sí para estos durísimos que pa­de­cemos nosotros), habría podido hablar de algo con cualquiera de los dos.

¿Cuándo se cruzó Roger de Flor y compañía en el camino de Ildefonso Arenas?

Hace muchísimo. La culpa la tuvo una gran amiga que conocí en Barcelona. Una que me regaló una gra­mática catalana que aún conservo ('Signe', se llamaba; la sigo consultando, y con fre­cuen­cia), un profundo conocimiento de la sociedad y la cultura catalanas desde los tiempos de Guifré el Pilós hasta lo peor de la dictadura (bueno, el conocimiento que tenía ella; yo me li­mi­té a aprender lo que buenamente pude), y un inexplicable amor por 'Els setze jutges', con María del Mar Bonet y La Trinca a la cabeza. Gracias a todo eso puedo presumir (o aver­gon­­zar­me; según cómo lo vea el que opine) de ser un madrileño incurable que parla una mi­que­ta de catalá.

¿Por qué su odisea pedía una novela histórica?

Hay muchas clases de novelas históricas. Las que más me gustan (las únicas, en realidad) son las que pretenden relatar hechos históricos interesantes de un modo ameno y que se com­prenda con facilidad. Si consiguen que al lector, después, le pique la curiosidad y empiece a profundizar en el tema, es que al autor le ha salido una obra muy buena.

¿Recomendaría leer a un nacionalista catalán La venganza catalana? ¿Y a uno español?

A los dos. En general, a todo el mundo le recomiendo leer. Piense usted en Franco, si no. Y en Hitler, en Stalin, en Tojo y en Mussolini. A ninguno de todos ellos les gustaba leer. Churchill, en cambio, devoraba los libros. A eso se debió, supongo, que cuando le daba por escribir lo hiciera tan estupendamente bien. Tan bien como para ganar un Nobel de Li­te­ra­tura. Es la clase de cosa que para ganarla es preciso, siempre, haber leído muchísimo.

¿Qué tienen los almogávares que parece que siempre gustan a todos los bandos?

Que ganaban. Los que pierden suelen acabar por aburrir.

En 2014, usted ha sacado dos novelas históricas (La venganza catalana y La Duquesa de Sagan)… ¿Es su  mejor momento como novelista?

Pues no lo sé. En general, juzgarme a mí mismo se me da fatal. La opinión de los demás, a la hora de juzgar lo que escribo, me interesa mucho más que la mía propia.

¿Y cree que la novela histórica en España está en tan buen momento como el suyo?

Eso lo tendrían que decir los editores, que son los que se juegan el dinero. Los escritores sólo nos jugamos nuestro trabajo, y en todo caso nuestro tiempo y nuestros sueños. Lo único que me atrevo a decir en cuanto a esto, que el momento sea bueno o no lo sea, es que las mesas de novedades de Novela Histórica, en las grandes librerías o en los departamentos de libros de las grandes superficies, rara vez ofrecen menos de veinte títulos nuevos al mes, y que, también por lo general, a los tres meses la mayoría se han esfumado. Que hay super­a­bun­dancia de nuevos títulos es algo indiscutible. Sobre la calidad media no me atrevo a pro­nunciarme, porque sería un juicio de valor, y en la cosa literaria, especialmente la de aquí, prefiero no atreverme a emitir ninguno.

La novela histórica actual… ¿qué virtud tiene? ¿Y qué vicios?

No estoy seguro de comprender. Si se refiere a lo que se publica en estos tiempos, sean cuales sean las épocas en que se ambientan las historias, lo más que me atrevo a decir es que sólo com­pro aquellas que ha­blan de tiempos o de personas a mi entender interesantes, y que lo ha­cen desde un prin­ci­pio de respeto a los hechos objetivos que, tristemente, no es al­go muy fre­cuente. Sobre virtudes o vicios no me atrevo a opinar, porque lo que para mí es una vir­tud, el ceñirse a los hechos históricos, para otros quizá no lo sea, y tan respetable, a mi entender, es mi punto de vista como el de cualquier otro lector contumaz.

¿Quién es la duquesa de Sagan y por qué decidió escribir una novela sobre ella?

La duquesa de Sagan es una de las europeas más interesantes de los últimos dos siglos, de cuando empezó a ser habitual que las mujeres más valiosas fueran dueñas de sus vidas y de sus haciendas. Wilhelmine von Biron, que así se llamaba (títulos aparte, y tenía muchí­si­mos), era extremadamente inteligente (o eso decían los más valiosos de los que la trataron, empezando por Talleyrand), culta como pocas (no son muchos los que pueden presumir de hablar a la perfección alemán, inglés, francés, ruso, italiano, polaco, checo y letón), ab­so­lutamente desenfadada en cuestiones de prejuicios morales, dueña de un fenomenal sen­ti­do del humor y, en consecuencia, cautivadora como pocas mu­je­res de su tiempo (y de este también, apostaría por ello); además, y ya de postre, era un regalo para la vista. Ah, y estaba podrida de dinero, lo que siempre añade un plus de su­ges­tividad. Una vez leí una sentencia, de alguien cuyo nombre no recuerdo, en la cual se es­ta­blecía que la calidad de una mujer de mundo puede muy bien medirse por la de sus amantes. Bien, pues los de la duquesa de Sa­gan constituyen en sí mismos una excelente colección de lo más granado de la política y la diplomacia de los tiempos napoleónicos. En España se la sigue sin conocer, lo cual es muy de lamentar, pero en Francia, Alemania, Austria, Chequia, Italia, Polonia, Rusia y Letonia sigue sien­do una gran celebridad.

 Si pudiera haber nacido en el pasado, habría deseado vivir en….

El último cuarto del XVIII y el primero del XIX es una época que me apasiona. Nuestro presente nace de lo que se coció en ese medio siglo. No estoy seguro de que me hubiera gustado nacer y vivir en esos años, quizá por estar demasiado acostumbrado a los avances de la vida tal y como la conocemos hoy (al menos en la UE), pero sí que me habría gustado comer con Wellington, cenar con Talleyrand y desayunar con la duquesa de Sagan.

¿Cree que el novelista debe ‘enseñar’ historia a sus lectores o por el contrario debe ser consciente de que su oficio es en primer lugar la ficción, y después lo histórico?

Con toda humildad, pienso que la primera obligación del novelista es hacer que sus lectores pasen un buen rato. Si además consigue que algunos de ellos se animen a investigar, ya por su cuenta, sobre los asuntos que les ha explicado, pues miel sobre hojuelas. Para eso, sin embargo, es preciso que jamás caiga en la tentación de contarles la historia de lo que no sucedió, si no por otra cosa para no tener la culpa, en su momento, de haber saboteado la cultura de sus lectores, la que tengan o la que habrían podido desarrollar.

¿Cuál es la mejor novela histórica? ¿Y la última que ha leído?
La Biblia es una excelente novela histórica, tan buena que quizá sea la mejor de todas, si bien resulta insoportablemente pesada, y de­ma­siado fantasiosa (padece un excesivo número de ángeles), así como muy dura de leer.
 La última que he leído, y que me ha hecho reír cantidad, es Capitán Franco, de Pedro He­rrasti.


Crisis económica, crisis editorial, piratería, el despertar o no del ebook… ¿De verdad está tan mal el sector editorial? ¿Qué puede hacer un autor?

Escribir con honestidad. Tomar el pelo a los lectores, en mi humilde opinión, es la causa prin­cipal de que cada vez se lea menos.

Como escritor, ¿es necesario estar en las redes sociales?
Pues tampoco lo sé. Igual sí. Dependerá, supongo, de las cosas que uno escriba, y también del pú­blico en que se ande pensando.

¿Nos puedes avanzar cuáles son tus próximos proyectos?
Tengo unos cuantos en cartera. Unos, ya cerca de quedar terminados (una novela sólo se acaba cuando se publica), andan a la búsqueda de un editor valiente (hay que serlo, y mu­cho, en los tiempos que corren). Otros están en distintas fases de materialización. En mayor o menor medida todos podrían catalogarse como 'novela histórica', si bien ninguno se re­monta más allá de primeros del siglo XX.

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